Por Sevillanovich D'Bierzovski (mutación incorpórea de Sexto 'S d'T)
Máscaras Fuera (Agrio escrito sobre Cárceles Intangibles)
Publicado en Lisergia.net el 12 de Abríl del 2003
Entre las peculiaridades de los gobiernos fascistas, entre los que indudablemente se encuentra el que hoy en día nos ha tocado sufrir, está la de actuar en la sombra, la de mover los hilos oportunos escondidos entre las tinieblas salvaguardando su cara y su espalda lo máximo posible para en el momento adecuado actuar minimizando riesgos. Tras la muerte del "Generalísimo" Franco, triste personaje donde los hubiere, sus residuos decidieron hibernar y permanecer rezagados hasta la llegada de una nueva oportunidad, durante ese tiempo, en el que parecía que en este país las cosas se habían normalizado al amparo de una "monarquía democrática" a la cabeza de la cual se encontraba el heredero elegido a dedo por el dictador, los fascistas se dedicaron a entretejer la sólida base que en su momento les haría volver a recuperar la poltrona. Los herederos pasaron a la acción hace ya tiempo, aprovechándose como si de buitres se tratara de las ponzoñosas ruinas de los últimos años de gobierno socialista, bastante menos hábiles que nuestros actuales dirigentes a la hora de ocultar sus robos y corrupciones. Por aquél entonces parecían un simple partido político que dedicaba todos sus esfuerzos como oposición a salvaguardar los derechos de cuantos descabezados creíamos tener alguno; más tarde, a las riendas del poder, siguieron moviendo los hilos con destreza y delicadeza, pues aunque con el poder en las manos, este estaba sesgado por el hecho de necesitar la ayuda de otros partidos políticos para gobernar, empero, durante ese tiempo los herederos supieron hacer las cosas tal y como el manual del buen fascista rezaba en sus páginas. Una de las prioridades era colocarse ellos mismos o a sus esbirros directos en los puestos más relevantes del país, en especial las más importantes empresas y medios de comunicación, de forma que poco a poco y al amparo de una bonanza económica que les tocó en suerte, la que en su día había sido una victoria por un escaso margen, al cabo de cuatro años de poder se había convertido en una aplastante mayoría absoluta. Los herederos de Franco y de los que hasta el fin de su dictadura se encontraban a sus órdenes volvían a ostentar el poder de forma absoluta, sus maquinaciones y trabajo en la sombra había dado el resultado previsto por ellos, pues sus hijos y sus nietos por fin ostentaban el poder en la España del siglo XXI, más parecida de lo que querían hacernos creer a la de finales de 1975. Los lavados de cerebro continuos habían hecho mella en la población, que ante un exceso de información apabullante no habían sabido discernir entre el bien y el mal y habían optado por la digestión rápida y la inquietud cero, dando paso al lugar en el que hoy vivimos, la España Estúpida de la mentira flagrante y la paja mental, asentada sobre dos pilares de extrema importancia: la caja rematadamente boba y por supuesto el fútbol, substitutos naturales de la misa y los toros respectivamente, y que combinados han llegado a formar el cocktail infalible de lobotomización definitiva.
Los informes, que los hubo, eran irrefutables, completamente concluyentes, y en ellos se apoyaron los otrora servios propagandísticos del régimen agónico para organizar su plan enfocado al futuro control total del estado. Hasta 1975, en una España aislada y rancia, la religión, los curas y la misa habían sido baluartes incontestables de manipulación, pero con el nuevo sistema político y la nueva era tecnológica que se atisbaba en lontananza las cosas debían cambiar, y por ello era necesario buscar formas más refinadas de manipulación, engaño y control adecuadas a los tiempos que se aproximaban. Las dictaduras de armas tomar, fosas comunes y represión sin tapujos debían ser aparcadas (de momento) y ocultadas en la historia bajo la alfombra del olvido; los nuevos tiempos requerían métodos más sutiles de control, métodos enfocados a establecer un control que no fuera reconocido como tal, que pasara desapercibido. Estos informes, mal que pesara a la mayoría de los fascistas de este país, pues hubo voces que se alzaron en contra, descartaban la religión y toda su parafernalia como método manipulador masivo del nuevo régimen "democrático", y lo mismo hacían con la fiesta nacional, a parte de rechazar definitivamente otros eventos más entretenidos (para ellos) como la caza del rojo o el derecho de pernada caciquil, entre otros. Por aquel entonces despuntaba en todo el mundo el nova más en aparatos electrodomésticos, al cual desde hacía ya tiempo se le había encontrado el verdadero sentido a su existencia; se trataba de una especie de caja capaz de emitir imágenes y sonido que causaba estragos en la ciudadanía por su digestión ligera y el mínimo esfuerzo que requería a la hora de intoxicarse con ella. En España, desde siempre a la cabeza del mojón en cuanto a desarrollos tecnológicos, décadas después, en 1962, y vistos los efectos beneficiosos del aparato, impulsado por el sempiterno facha Don Manuel Fraga Iribarne se optó por utilizar el invento acorde a como los cánones americanoides, precursores en la filosofía moderna de manipulación, habían establecido ya, pero por supuesto adaptado al modus vivendi carpetovetónico.
Una vez hallada el arma más potente, era necesario encontrar la pólvora con la que cargarla, de manera que Fraga y sus consejeros, apoyados en los ya citados informes, vieron nítido y claro como el agua cristalina que el camino a seguir era el de la deseducación, la sobre saturación de información (normalmente vacua) y el entretenimiento facilón. Los primeros escarceos en esta dirección comenzaron con el N.O.D.O. o el Festival de Eurovisión (lo cual realmente hace plantearse si la dictadura de Franco fue ayer o está siendo todavía), y poco a poco los padres de los herederos fueron tomando el timón, como en 1969 hizo Adolfo Suarez cuando fue nombrado por el Ministro de "Información" y Turismo Fraga, Director General de TVE, el cual comenzó una política divulgativa acerca de las bondades de un régimen modernizado y lo felices que íbamos a ser todos con él. Años más tarde alguien vio las posibilidades de potenciar el deporte en televisión, y entre ellos el fútbol, que ya por aquel entonces causaba estragos, haciendo de este y en especial de la selección española auténticos problemas de estado (vamos, como hoy en día.) El paso a la acción en este sentido llegó con el hecho de la organización del mundial balonpédico de 1982, gracias al cual este país se volvió definitiva e irremediablemente gilipollas. Tras esto llegaron los tiempos en los que si eras varón y no eras de un equipo de fútbol, probablemente fueras mariquita, y si tu equipo no era el Real Madrid (¡Viva Dios, El Rey o Franco, a elegir, y Don Santiago Bernabeu!), estaba claro que eras un puto perdedor y quedabas relegado a paria social; y mamá, la pobre, antes de salir de casa te pedía por favor que no hablaras con extraños y que por supuesto, ni de coña te atrevieras a decir en el colegio que te la pelaba que perdiera la puta selección. Todos éramos iguales ante la selección porque todos éramos iguales ante el sufrimiento, ya fuera en televisión blanco y negro, televisión color, grada, tribuna o palco presidencial; si España perdía perdíamos todos, y como patriota era digno llorar y estar compungido un par de días o más, aunque después del partido cada uno a su sitio: los del bocadillo de calamares a lo suyo, y los de la langosta y las ostras a lo de todos. Entre tanto, quedaba un sector de la población más o menos al descubierto de la manipulación y desinformación, ya que las mujeres dando una muestra definitiva de su superioridad intelectual respecto al varón decidieron pasar olímpicamente del fútbol; aunque no tardaron en echar por los suelos esta muestra de carácter cuando tras el folclore y las bailaoras y cantaores que olían a la legua, llegó como caído del cielo el sin par culebrón sudaca, que las dejó a todas cien por cien obnubiladas frente al electrodoméstico parlante, y al igual que los hombres no hablaban más que de fútbol, a ellas lo único que les hacía gracia era si Cristal o Abigail se quedaban preñadas o no, en tanto que nosotros, pobres infantes, llorábamos hambrientos porque el bocadillo no estaba a su hora, y maldecíamos los putos culebrones escuchando como nuestros estómagos se cagaban en la hostia. Tras esto llegaron las salsas rosas, los corazones corazones y otro sin fin de invenciones catódicas que solo podían haber sido pergeñadas por auténticos dementes sin noción del buen gusto; y mientras papa devoraba el Marca y mamá se relamía de contenta por lo guapo, rubio y alto que era el Borbonzuelo, nosotros comenzábamos a cogerle gusto a eso de jugar a la contra y nos daba por tirarnos piedras a la cabeza o jugar con petardos, satisfaciendo nuestras hambres con chocolatinas y bollicaos robados en el Cenco.
Los antecedentes de lo que hoy en día reconocemos como sociedad española no son muy halagüeños, y un vistazo en rededor deja claro que lo único absolutamente auténtico en todo este tinglado es la Estupidez, la cual se frota las manos de contenta mientras se nutre de todos nosotros sin excepción, beneficiada por la espiral de detritus que durante décadas se ha ido gestando bajo nuestros pies, dejando como conclusión definitiva que España es un país que huele mal: huele a rancio y descerebrado, huele a pseudopolítica, huele a contratos basura, huele a mentira y desidia, huele a dictadura encubierta, y no da lugar a dudas, sigue oliendo a 1940; y por si eso fuera poco, el sol quema, la dieta mediterránea sabe a petróleo, y las cañas no son más que orín a precio de cerveza de importación, ¿qué nos queda?. Los agentes de la estupidez han cumplido con su deber y han realizado un trabajo magnífico ante la escasa resistencia que hemos prestado. Hoy en día no les resulta necesario matar porque estamos tan idiotas que nos matamos a nosotros mismos lentamente, pero si tuvieran que hacerlo, lo harían sin tapujos como no hace mucho hicieron. Los muy cabrones dan por hecho que somos unos miserables peleles que renuncian cada día más a su propia vida y a sus derechos duramente conseguidos a lo largo del tiempo, peleles que ansían la vida de otros, peleles embrutecidos por los rayos catódicos que sueñan con ser estrellas de la canción ligera o golpeadores compulsivos de cuero hinchado, peleles que se ignoran, que se dan la espalda; peleles al fin y al cabo que se amparan bajo estúpidas excusas para sobrevivir en la indolencia sin atreverse a dar un paso adelante, el paso definitivo que nos diferencie de una vez por todas de los perros domésticos, los cuales están acostumbrados a mover la colita cuando su amo les echa las sobras.
Vivir como se vive en este país es triste porque vivir engañado es triste; vivimos sobre la piel de un animal muerto y la mentira sonríe victoriosa tras la máscara de una modernidad inexistente y fingida ideada para ocultar una dictadura ataviada con traje y corbata de Armani. Despertar, abrir los ojos, esa es la única salida; aunque al fin y al cabo, ¿qué es más estúpido, dejarse llevar por la corriente, o morir resistiendo la infinita oleada de mierda que asola el mundo?.
La expresión definitiva de libertad solo está al alcance de quien no tiene nada que perder.
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