Bierzo Satrapático

Bienvenidos al centro de divulgación del Ilustre y Único Colegio Independiente de 'Patafíscia Berciano

Revista literaria dedicada a la difusión de la literatura de carácter surrealista creada en el Bierzo y León, donde podrá encontrar textos y poesías, además de enlaces a páginas y blogs relacionados con ella... bueno, y más de una protesta.


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Reykjavik en Flor - Parte I Catítulo V


- “El Vórtice Neón”, bonito nombre para un garito, aunque deberíamos habernos tomado unas cañitas antes, nunca están de más-. Les dijo Berlín a sus dos compinches.
- Era tarde ya, la próxima vez. – Respondió Carral.
- ¿Cómo habéis conocido este lugar?, parece que hay bastante buen ambiente.
- Pues, en realidad es la primera vez que venimos aquí, el otro día pasé por enfrente de este sitio y vi que entraban muchas mujercitas guapas, y fue el primer sitio que se me ocurrió cuando decidimos salir de fiesta-. Aclaró Merallo.
- La suerte es que esos armarios roperos que tienen como porteros nos hayan dejado entrar; yo aún, pero a vosotros os ha ojeado como si salierais directamente del jurásico-. Carral y Merallo miraron a Berlín con cara de no haberles hecho demasiada gracia su gracia.
- Bueno anda, vayamos a la barra, a ver que se nos ofrece. Hay mucha mujer bella por estos lares y las camareras están de vicio, Santa María purísima-. Dijo Carral mientras se hacía la señal de la cruz en sus partes.
- Sí, sí, sí; me siento reconfortado, si las mujeres supieran el efecto revitalizante que ejercen sobre mí, me cederían sus anatómicos cuerpos y sus almas fluorescentes para poder salvar mi pobre espíritu-. Poco a poco Berlín comenzaba a encontrarse de mejor humor.
- Ese es el problema chaval, tienes que aprender a ignorarlas, es la máxima.
- No te entiendo Merallo…
- Es sencillo – intervino Carral-, a una mujer, cuanto más caso le haces y más cariños y parabienes le das, menos se sienten atraídas por ti. A las mujeres les gusta que las mantengan en vilo, les gusta la incertidumbre, y les gustan los tipos que les dan caña; lo de la caña le va en especial a aquellas que tienen menos de treinta años, aunque ésta es una norma universal completamente ajena a la edad.
- Vamos a ver, ¿me estás diciendo que cuanto mejor tratas a una mujer, ésta menos caso te hace?
- Evidente, veo que comienzas a entender las cosas. Si a una mujer le das todo lo que quiere siempre, ella dará por hecho que te tiene dominado, motivo por el cual dejarás de interesarle. Lo suyo es combinar una de cal con una de arena, aunque nunca he sabido cual de las dos era la buena y cual era la mala.
- No sé tíos, a mí los subterfugios y los juegos estúpidos me sacan de quicio y me cansan, a mí si me gusta alguien se lo demuestro y ya está, paso de estrategias bélicas para poder estar con una mujer.
- A ti lo que te pasa es que sigues encoñado con tu ex-novia Axila.
- Pedazo de cabrón, se llama Asilah, y no estoy encoñado, estoy enamorado; o lo estaba, o lo estuve. Durante siete años y medio fue mi mejor amiga, aparte de amante, además, ya la he olvidado.
- Asilah, Axila, qué más da, si son todas unas víboras. Enamorado, encoñado, qué más da, si las dos cosas son sinónimo de estar jodido-. Sentenció Carral convencido de lo que decía.
- Esas teorías de mierda me hacen reír, son igual de arcaicas que los malandrines que las formulan.
- Eres un capullo como la copa de un pino, amén de panoli y pardillo- dijo Merallo-. Anda vamos a trincar una copa antes de que esta conversación me de ganas de ir al servicio a reventarme la cabeza contra el retrete.
- Menudo par de zotes con los que me he ido a enredar.
- Amiguete, somos unos estudiosos del carácter femenino y de las múltiples interpretaciones de sus actos. Después le pediremos a la camarera una servilleta y un lapicero para que puedas tomar apuntes, mientras tanto mantente a nuestro lado y no pierdas detalle-. Merallo acompañó estas palabras dirigiendo un guiño a Berlín como gesto de buena voluntad.
- ¿Teóricos de qué?, ¿De la psicología de la antracita o de la hulla?, ¿De las partidas de cartas eternas? ¿Del cubata cada diez minutos? ¿Del vino?
- Sí, de eso también.- Añadió Carral entre los muchos dientes que mostraban su hilaridad.
Los tres se dirigieron a la barra entre chanzas y bromas, donde una encantadora y grácil mulatita de magníficos contornos atendía la barra con cara de pocos amigos. En la pista de baile había la gente oportuna, sin agobios, y se veía que los ocupantes se lo estaban pasando muy divertidamente. Los hombres andaban a la caza de la hembra como si su vida dependiera de ello, mientras tanto ellas hacían lo propio en sentido inverso, eso sí, de forma mucho más sutil y erótica, como es costumbre en su género. La música sonaba bien y contundente, y en la pista la química parecía que se estaba comportando como un buen invitado de honor.
- Bueno tíos, he decidido pasar de vosotros y de vuestras teorías de pacotilla, lo que necesito es ponerme bien pedo, y eso es lo que voy a hacer. Yo os voy pidiendo las copas, cuando estén aquí os llamo, id a hacer experimentos sociológicos por ahí-. Dijo Berlín mientras se acomodaba en uno de los taburetes de la barra.
- Lo que tú digas listillo. ¿Qué vas a beber?
- Jhonny Walker con soda.
- De acuerdo, pídenos también uno de esos bebedizos de burgués para Merallo y para mí. Nosotros vamos a ver que se cuece por la pista-. Carral se dirigió hacia el lugar donde se encontraba un grupo de chicas de muy buen ver.
- Bebida de burgués, será cabrón el muy…- Refunfuñó Berlín por lo bajinis.
- Y recuerda capullito de alelí, primera lección: al igual que los perros huelen el miedo, las mujeres huelen las malas rachas y la inseguridad en un hombre-. Sentenció Merallo antes de irse tras Carral.
Berlín tomó nota mental de este último comentario y giró el taburete sobre su propio eje hasta quedar enfrente de la barra, justo delante de su propia imagen reflejada en un espejo tras botellas de diferentes bebidas espirituosas y de ardientes licores.
- Disculpe bella dama, ¿podría, si no es molestia, ponerme tres Jhonny Walker con soda?-. Continuó Berlín acompañando la frase con una sonrisa cómplice dedicada a la camarera, la cual fue a coger los vasos de tubo con una auténtica cara de mala hostia que decía a las claras lo harta que estaba de atender a babosos. Berlín no comprendía aquella cara, él únicamente había tratado de ser amable. Aunque bien era cierto que la muchacha era preciosa, a él ni siquiera se le hubiera pasado por la cabeza babosear ante una camarera, ya que conocía de más que éstas se veían a sí mismas en uno de los más altos pedestales del erotismo, inalcanzable para miserables como él-. Lo mejor será que deje de ser amable y me centre en mi objetivo: emborracharme-. Reflexionó en voz alta.
La camarera posó los vasos de tubo en la barra y sacó tres botellines de soda que descorchó delante de la mirada de Berlín haciendo reiterativo su hartazgo mediante caras de agobio y desagrado. Tiró los hielos en cada uno de los vasos hasta cargarlos de manera que parecía que en vez de poner una copa iba a hacer un granizado. Cogió una botella del Güisqui elegido y con un preciso movimiento de muñeca hizo girar el tapón del cual se desgranó una pequeña arandela que hizo ruborizarse a la botella ante la inesperada pérdida de su virginidad. La camarera inclinó la botella hasta que de ésta comenzó a manar un elixir dorado que ante la perdida de contacto con cualquier continente se mostraba luminoso de tal forma que parecía que no eran sino fuegos de artificio lo que salía de ella.
- Sí, Güisqui-. Dijo Berlín absorto en la luminiscencia del chorro líquido en su recorrido desde la boca de la botella hasta hacer contacto con el primer hielo.- Por favor camarera, esta copa cárguela bastante, hace mucho que no bebo y tengo que recuperar-. La camarera torció el morro, no obstante le hizo caso.
Berlín avisó a Carral y Merallo para que recogieran sus copas. Vació lo que pudo de la botella de soda en el vaso, más o menos la mitad, agarró la copa, la miró un momento, y se la bebió al salto, es decir, de un trago.
- Campeón, parece que quieres ganar el premio a la esponja del mes-. Dijo Merallo tras ver la acción.
- Así es, el premio es una borrachera extraordinaria con derecho a una noche de nebulosa y a una Resaca a la cual domesticar. Perfecto.
- No sé si te interesa, pero esto está lleno de niñas de muy buen ver, vestidas muy guapas y con muy buen rollo.
- No me interesa, he salido a pasarlo bien, no a que terminen de destrozar la poca moral que me queda.
- Tú sabrás-. Concluyó Merallo mientras se marchaba a llevarle la copa a Carral.





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