Bierzo Satrapático

Bienvenidos al centro de divulgación del Ilustre y Único Colegio Independiente de 'Patafíscia Berciano

Revista literaria dedicada a la difusión de la literatura de carácter surrealista creada en el Bierzo y León, donde podrá encontrar textos y poesías, además de enlaces a páginas y blogs relacionados con ella... bueno, y más de una protesta.


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Reykjavik en Flor - Parte I Catítulo XIII


Veinte minutos tardó Berlín en llegar al trabajo entre charcos, salpicones y goteras, bajo la lluvia esparcida desde el cielo por unas enormes regaderas de plástico gris compradas en el IKEA. Un poco empapado llegó el hombre a eso de las once, con las perneras mojadas y los zapatos anegados en agua fría fría. Su humor era de perros y hacía chuc chuc caminando por el pasillo hacia el ascensor con diseño antañón. Remontó hasta el tercer piso entre ruido de motores y poleas, ruedas dentadas y cables metálicos. Abrió la doble puerta del ascensor, la cual chirrió como un fascista de la vieja escuela; salió de él, y la dejó abierta. Chuc chuc caminó hacia la puerta de la oficina, por los pasillos siguió caminado hasta su sitio de trabajo habitual, chuc chuc entre miradas aviesas que no eran capaces a disimular que el hecho de que él llegara tarde les fastidiaba hasta el punto de no dejarles vivir.
Berlín se sentó en su sitió y encendió el ordenador, levantó un poco la cabeza guiado por un mal presentimiento y miró a la derecha; a toda mecha con aire de chulo empedernido pijazo del demonio caminaba a paso ligero hacia él todo un triunfador del mundo de los negocios enfundado en uno de esos trajes magnificados por el nombre de algún gilipollas italiano. Lo mismito que un anuncio de televisión parecía el muchachote, de unos veintinueve años, moreno, bien parecido, y con colonia Eau de Supériorité rezumándole por los sobacos. No tardó en llegar a su mesa.
- ¿Qué pasa Berlín?, ¿qué hora es ésta de llegar? Supongo que ya estará finalizado el módulo de Estupidización, el lunes es la entrega.
- Va a ser imposible.
- ¿Cómo que va a ser imposible?
- Sí, imposible, porque cuando calculaste los tiempos de desarrollo, lo hiciste mal, porque para este trabajo en el tiempo que tú estimaste deberían estar trabajando tres personas, y no una.
- Mira, no me cuentes tu vida, aquí hay mucho dinero en juego y sabes de sobra que eso tiene que estar para el lunes. Es tu problema, a ti se te dice que tienes que tener algo para una fecha y tu tiempo lo administras tú, es como funciona el trabajo hoy en día y como ha funcionado siempre.
- Claro claro, tenía que haber pasado más horas trabajando aparte de las ocho por las que me pagan, gratis, por el bien de la empresa, altruismo, que se llama.
- Te vuelvo a decir que no me cuentes tus problemas. Que si no terminas hoy eso, yo voy a estar en un aprieto, y no me gusta estar presionado, me pongo muy nervioso y me enfado, y suelo buscar responsables, ¿sabes lo que te quiero decir?
- Mira José Luis, me acabo de levantar con una Resaca de la re-hostia en bicicleta, y antes de despertarme ya sabía que hoy iba a ser una enorme putada materializada en día, te digo que no va ha estar para el lunes, que es im-po-si-ble.
- ¿Tú no sabes lo qué estás diciendo? Te repito que quiero eso para el lunes, y no hay más que hablar, si tienes que quedarte hoy hasta las doce, te quedas, y si tienes que venir a trabajar mañana y pasado, lo haces.
Berlín se levantó de la silla situando sus ojos a la altura de los de su jefe y lo miró fijamente mientras le decía. - Ya sé que no eras el más listo de la clase precisamente, pero ese no es motivo para que te tenga que repetir las cosas cincuenta veces, aún así lo voy a volver a hacer: IM-PO-SI-BLEEEEEEEEEEEEEEEEE.
El pijazo se quedó un poco contrariado durante unos instantes por no esperarse semejante respuesta; pasado el estupor inicial quiso tener la última palabra.- El lunes lo veremos.
- Lo veremos cuando tu quieras, jefe-. Sentenció Berlín con cierto retintín, que siempre gustaba de tener él la última palabra.
El tipo con el que había terminado de conversar tan amigablemente, aparte de ser el jefe del proyecto en el que trabajaba Berlín, era un miserable repeinado a la derecha con escrúpulos los justos, que estaba ascendiendo rápido porque cubría habitualmente a la Directora de Recursos Humanos de la compañía, o “Directora de Jiuman Capital”, como se solía decir en el argot marcado por el encefalograma plano del mundo empresarial; una especie de rubia de bote de unos cuarenta y muchos años a la que el único recuerdo que le quedaba de su juventud y de su lozanía eran unas fotos en blanco y negro mal enfocadas. Hacían buena pareja porque los dos eran expertos en mirar a la gente por encima del hombro, amén de ser unos trepas ambos dos de los que provocaban la nausea al primer contacto. Los aires de superioridad de él eran en cierto modo comprensibles dados los tiempos que corrían; siendo él tan buen mozo y tan bien vestido, tan jefe ya a tan tierna edad, lo mismito que un personaje de serie televisiva; claro, uno en esas circunstancias pierde la cabeza y tiende mirar por encima del hombro a toda la canalla amparado en sus aires de superioridad. Pero lo que Berlín no alcanzaba a entender era como aquella adefesio con quince quilos de más y fea como un demonio tanto por dentro como por fuera pudiera mirar a nadie por encima del hombro. Eso sí, la tía tenía un buen puesto, un puestazo cuando encontraba algo con lo que colocarse, y sí, era cierto que era una mujer liberada con BMW y todo, pero siendo físicamente tan desagradable, pasearse de un lado a otro como si fuera una modelo de alta costura provocaba cierta hilaridad entre el personal. Berlín, en esos momentos de escaqueo, dando rienda suelta a su imaginación, había incluso llegado a escribirle un poema con intención de enviárselo algún día, del cual dibujó unos cuantos versos en su mente:
<<…
tú,
mujer,
o en teoría al menos
eso pareces ser,
lo cual
realmente
se debe suponer,
pues tus formas son enormes,
por no decir monstruosas,
repelentes y hasta deformes.
Tu cuerpo,
más que el de una agradable fémina
se parece al de una morsa,
o tal vez al de un marino elefante con dientes de sable,
que en tu anatomía
no sirven más
que para aniquilar currelas
y chupar sangre,
amén que por el interés
apéndices sexuales.
…>>
Sí, todo el mundo en la oficina sabía que el capullo de José Luis Alonso se beneficiaba a la gorda para ascender y se comentaba furtivamente por lo bajinis; de hecho, desde que con aquella mujer convertía el maravilloso acto sexual en toda una ignominia, le iba de perlas, sí, es cierto, de puras perlas marinas brillantes y cristalinas.
- Así funciona este planeta, tenía que meter yo un buen braguetazo: guapa, inteligente, y forrada de pasta hasta lo indecible, que le gustara la priva y tuviera superada con creces su sexualidad, y también que tuviera una amiga guapa para poder organizar un ménage à trois. Buena vida, en definitiva.
>>Ese cabroncete de José Luis me la lía seguro. La verdad es que no es para menos, a ver en que depara la cosa, al fin y al cabo soy demasiado joven como para preocuparme por la perdida de un puto empleo, es más, creo que necesito un cambio ya, un cambio de trabajo, un cambio de ciudad, y si es posible, un cambio de suerte. La verdad es que no me vendría mal un cambio de suerte en una nueva ciudad. Veremos en que depara la cosa, el Azar es una fulana caprichosa, esquiva y difícil de comprender.
Berlín consulto la documentación del Módulo de Estupidización unos minutos, tras los cuales.- ¿Para qué voy a trabajar en esto?, estoy seguro de que hoy me largan de aquí, es más, hasta lo deseo, hasta creo que inconscientemente he hecho todo esto para que me echen, para tener la excusa definitiva de largarme y que ni siquiera me quede una atadura, nada a lo que aferrarme; en definitiva, ser libre. En fin, siempre he sido un experto en autodestrucción, y mis últimas apuestas me han salido bastante mal, veremos que sucede con ésta-. Tiró la documentación del Módulo de Estupidización a la papelera, se levantó y se dirigió a la cocina con la única idea de quedarse allí hasta que lo buscaran para despedirlo, cosa de la que estaba completamente seguro que ocurriría, ya que había visto a su jefe amenazar así a otra gente, todos en la calle antes de que terminara el día.





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