Bierzo Satrapático

Bienvenidos al centro de divulgación del Ilustre y Único Colegio Independiente de 'Patafíscia Berciano

Revista literaria dedicada a la difusión de la literatura de carácter surrealista creada en el Bierzo y León, donde podrá encontrar textos y poesías, además de enlaces a páginas y blogs relacionados con ella... bueno, y más de una protesta.


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Por Sevillanovich D'Bierzovski (mutación incorpórea de Sexto 'S d'T)


Apología del Fin (Altruismo sincero)
Publicado en Lisergia.net el 25 de Marzo del 2003




Cada día más y más, los ciudadanos presenciamos por parte de los diferentes gobiernos occidentales, entre ellos el español, un intento resuelto por mantenernos con vida a toda costa, incluso a la nuestra. Metidos en esta dinámica presenciamos la desinteresada lucha que mantienen los gobiernos de "bien" para salvarnos del terrible terrorismo internacional, y esta salvaguarda es llevada a cabo recortando al ciudadano de a pie todos los derechos que sean necesarios, por el bien de la seguridad nacional, es decir, de nosotros mismos, porque la realidad es que nosotros los seres humanos, somos muy peligrosos para nosotros mismos y en especial para cuanto nos rodea, ya sea en este planeta o en planetas vecinos, sino dime tú: si fueras un habitante de otro planeta y supieras de la existencia del nuestro y de lo que ocurre en él, ¿acaso te dejarías ver?. Un carajo.



Si uno, en uno de esos días de especial sensibilidad, se atreve a quedarse un par de horas consigo mismo, aislado del artefacto de la boca negra, aislado de operaciones triunfo que dislocan los oídos y de grandes hermanos (recuerda, más que nunca El Gran Hermano te vigila); en definitiva, aislado de las veinticuatro horas multiplicadas por cuatro de imágenes estúpidas y repulsivas, llegará a la conclusión de que las cosas no encajan como deberían, pues los gobiernos, y pongamos como ejemplo más palpable el de este país, Essssspaña (como dirían algunos, adornando la palabra con desagradable a la par que significativo taconazo, curiosamente lo primero que enseñaban en la mili, justo antes de las lecciones de escaqueo a discreción y la de fumar petardos a todas horas,) luchan con esmero en lo que ha sido la función principal de cualquier gobierno desde que existen mandamases y mandados (en especial de los de derechas o de los totalitarios, o de los totalitarios de derechas, como es el caso,) que no es otra que la de mantener a su pueblo, es decir, a los currelas, al proletariado, a la base, entretenida en estupideces, desinformada e ignorante, y eso sí, meterle miedo, mucho miedo en el cuerpo, burrrrrrrrrr; de ahí la invención de cuentos con el único de propósito turbar el ánimo del personal desde la más tierna infancia, como el del Coco, cuando tan azul personaje demostró sobradamente en Barrio Sésamo que era un tipo de buen talante y simpático donde los hubiere; o cuentos como el del Lobo y Caperucita, o el de el tal moro que se lo montaba de forma explosiva con un buen par de gemelas, o la famosa leyenda de aquel otro moro con un tesoro de oro negro escondidito para él solo, y un largo etcétera de mentiras sin más propósito que el miedo. Cuentos por el estilo mantienen acojonado a la par que entretenido al personal, lo cual, esté la administración que esté en el poder, es una baza que ninguna es capaz a resistirse a emplear. Desinformación, ignorancia, entretenimiento fácil de digerir, y miedo, mucho miedo en el cuerpecito, burrrrrrrr. No han descubierto la rueda estos de hoy, todo fue inventado hace ya años por otros gerifaltes con el único afán de que no se les desmandaran los currelas, tómese como mero ejemplo de lo que está ocurriendo lo que ya hace siglos sucedió: la edad media, la inquisición española, y el simpatiquísimo Tomás de Torquemada, inventor de la barbacoa de la que tanto gustan hoy en día los americanoides.



Uno por lo general tiende a aburrirse, quizá porque no encaja de la manera adecuada en el tinglado, y cae sin darse cuenta en la dinámica de pensar y comerse la cabeza, incluso con el tiempo se le llega a coger afición, a eso de menear el seso me refiero, aún a sabiendas de que en exceso, al igual que cualquiera de las sustancias prohibidas, puede resultar perjudicial y causar males en ocasiones irreversibles, de ahí la prohibición por parte de los gobiernos de turno de dichas sustancias, y la invitación, ya que prohibir pensar, incluso en la España carpetovetónica señorío y feudo de José María Aznar, o Ansar, como es conocido en los círculos de ámbito anglosajón, sería una medida demasiado extrema; pues eso, que uno pensando pensando, sin darse cuenta llega a la conclusión de que todas estas medidas de protección por nuestras simples y en la mayoría de las ocasiones insustanciales vidas, no son más que una autoprotección llevada a cabo por los ocupantes del poder para mantener su, digamos posición privilegiada para sí y para el resto de sus generaciones por los siglos de los siglos. De este modo, a parte de protegernos del terrorismo, se empeñan denodadamente en que no nos matemos trabajando (queda muy mal en las estadísticas), que no nos matemos conduciendo (también queda mal en las estadísticas), que no nos matemos drogándonos (dicen que no hay forma más dulce de morir), que no nos matemos fumando y que usemos profilácticos (por mucho que se empeñen no engañan a nadie, no da el mismo gustito); y un largo etcétera de putadas a las que estamos expuestos y de las que El Gran Hermano tiene a bien protegernos. ¿Por qué tanta protección, me pregunto yo, si está claro que les importa una mierda nuestra miserable vida? Es bien sencillo; imagínense que un día la población mundial se despierta, y que llevados por un irrefrenable sentimiento de desazón y altruismo comienza a suicidarse en masa: los albañiles haciendo cola y charlando animadamente mientras esperan su turno para tirarse en caída libre al vacío y clavarse al llegar a la base esos pinchos enormes del forjado, de frío acero y sabor a óxido. Los taxistas, tras atropellar a unos cuantos transeúntes elegidos al azar se estamparían contra los edificios, los árboles, las farolas, las viejas y las embarazadas como si del mismo Carmagedon se tratara. Las amas de casa se atiborrarían y atiborrarían a toda su prole a base de pasteles mantecosos, hamburguesas de macaco tailandés hechas en serie y croquetas y empanadillas de la Cocinera fritas con aceite transgénico. A los informáticos les daría por salir a correr, hacer deporte y tomar un poco de aire fresco, fatal para la salud de estos cuasi seres, incapaces de sobrevivir sin luz artificial más de una hora. Y así sucesivamente: suicidios en masa en La Coruña, en Madrid, en Barcelona, en El Bierzo, en Mojasacos, en Teruel, en Majadahonda, en Barcelona, en toda la puñetera piel de toro sarnoso. ¿Qué haría el Borbón? ¿Qué harían los hijos del Borbón? ¿Quién les cuidaría los hijos? Tendrían que dejar el fornicio despreocupado, con lo que les gusta. ¿Qué harían Ansar y su gabinete de bufones ante semejante situación? Todos se cagarían de miedo. Me los imagino viendo a la chavala que presenta el telediario dando datos por provincias y comunidades autónomas de muertos y heridos por suicidio e intentos de suicidio respectivamente, mientras ella misma procuraba acabar con su vida introduciéndose un cable de electricidad enchufado a la red y convenientemente pelado por el tercer ojo… se me ponen los pelos como escarpias, digno del mismo Rocko. ¿Qué harían entonces? ¿Cuáles serían las medidas a tomar en una situación tan extrema? ¿Detenernos bajo qué cargos? ¿Intento de suicidio? o ¿Atentado contra el estado? Se cagarían de miedo: "Mariano, pero quién ha aprobado por decreto ley sin mi permiso que hoy era el día del suicidio colectivo?","No es que me importe presi, pero si todos estos se suicidan, ¿quien va a trabajar en este país?"; o "Urdangarín, haz siete kilos de huevos fritos para alimentar a los dieciocho niños. Por cierto ¿para qué sirve este utensilio que hay aquí pegado a la pared? A, pero si pulsándolo se enciende la luz, que curioso". En definitiva, acojonados de verdad se encontrarían, sin nadie que les lavara la ropa, planchara y almidonara los cuellos de sus camisas de marca, sin nadie que fregara sus suelos ni dejara relucientes sus baños de mármoles y porcelanas de la más fina concepción. Sin nadie que rellenara sus copas y sus platos, sin nadie que les preparara la comida; en definitiva, sin nadie a quien darle órdenes. El daño sería doblemente efectivo, pues por un lado estaría el daño físico, ya que la mayoría de ellos perecerían a las pocas semanas debido al hambre, o ahogados en sus propios vómitos por tener que respirar el nauseabundo olor de sus propias axilas purulentas; y por otro lado estaría el daño psicológico, causado en mayor medida por la ansiedad de tener que dar órdenes y no tener a quién dárselas.



En este punto llegamos al quit de la cuestión. A parte de los superterroristas islámicos, que están cabreados y con razón, qué otras cosas atentan contra la vida del ciudadano de a pie, de ocho en ocho horas al día amargado, solo y triste en ciudades contra natura, haciendo cuentas todo el día para no pasarse del presupuesto y poder comer por lo menos hasta el día 26 o 27 del mes: pues la mala alimentación, las drogas y el alcohol (ufff, que malos son), y entre alguna cosa más, por supuesto el tabaco (encarnación del mismo demonio.) Por el contrario, para protegernos de esto está el bífidus activo, el LK6 con inmunitas (o algo así), la dieta mediterránea, la ropa de marca, la acumulación de televisores en la casa (los rayos catódicos van muy bien para el alivio de los síntomas que produce la inquietud) y electrodomésticos en general; y sobre todo, bueno bueno para mantenerse en forma es ir al Corte Ingles y gastarse todo el sueldo del mes en sus incomparables ofertas al doble del precio habitual, sin olvidar que es muy muy sano domiciliar todas las cuentas en el banco, incluyendo la del papel higiénico y comprarse un piso para poder estar pagándolo durante más de treinta años.



A los diferentes gobiernos les interesa nuestra subsistencia, y para que esta se garantice les viene al pelo que no pensemos y que seamos manejables y maleables cual títeres descabezados, de esta forma viviremos muchos años llenos de salud para que produzcamos como buenos hombres de provecho, o al menos sobrevivir hasta los 65 años (a partir de esa edad el resto es cosa tuya.)



Entonces, a parte de a los superterroristas islámicos, ¿a quién están combatiendo con saña los gobiernos occidentales? (chinos hay a patadas). Pues sí señor, a las empresas tabacaleras.



Pensando pensando he llegado a atisbar la luz. Todo lo que sucede en los albores del siglo XXI es tan estúpido que la única forma de sacar las conclusiones correctas es mediante la reducción al absurdo más caricaturesco que la mente humana pueda alcanzar (lo cual requiere su esfuerzo), y utilizando este método, las conclusiones a cerca de muchos temas resultan curiosas, como por ejemplo la conclusión de que todo lo que se dice acerca de las empresas tabacaleras es falso, pues en contra de la opinión generalizada, estas empresas no pretenden forrarse y forrase de dineros sin fin; no, que va, ellos son unos visionarios, visionarios con una afán altruista semejante al de Ghandi u otros fulanos por el estilo, lo que ocurre es que su camino, en lugar de ir por la vertiente de la salvación a través del diálogo, es decir, comprendernos y entendernos como "seres racionales", camino a todas luces utópico y demostrado en contadas ocasiones como irrealizable, se dirige por otro vericueto más práctico, más a la moda del siglo XXI, que con toda seguridad y a mi entender, sería el más efectivo y resolutivo para acabar con todos los problema de este planeta y del resto de planetas con vida que se esconden de nosotros por miedo; y este camino no es otro que el de la extinción del ser humano. El gesto de las empresas tabacaleras es del todo altruista, se gastan cantidades ingentes en publicidad y en comprar a este o aquel político o mandamás de turno con el único y sincero fin de salvar a este triste planeta de nosotros mismos. Ellas lo comprenden, hazlo tú ahora, es bastante sencillo, las conclusiones son irrebatibles, la plaga somos nosotros, no hay otra plaga más que la que ves en el espejo cada día por la mañana. La mayoría de las cosas que hay en este planeta (antaño muy hermoso, y que cada día se parece más a un vertedero de basura y almas en pena), ya estaban aquí antes de llagar nosotros "los seres racionales". La única pandemia que lo arrasa todo, que lo destroza todo (incluso a sí mismo), que se regodea en ello y que jamás se cansa de arrasar, machacar, joder, asolar, destruir, arruinar, abatir, demoler, devastar, aniquilar, extermina, asesinar, derruir, saquear… somos los seres humanos. Es por eso que me resulta inevitable pensar, y conversaciones con amigos me han hecho llegar a la conclusión, si se quiere un poco extrema, pero irreprochable, de que nuestro tiempo se ha acabado, el fin del ser humano se tenía que haber producido hace ya siglos, probablemente con el fin de la Roma Clásica.



Acabar con la plaga debería ser un acto cotidiano y desprendido, en el cual hay que ser consciente de que la mejor forma de acabar con ella es empezar por descabezarla. En primer lugar debes iniciarte en la satisfactoria costumbre de ser lo menos productivo que puedas, ya sabes, llega tarde al trabajo, ingiere cafés con fruición, tomate tu tiempo a la hora de ir a servicio, mantén largas conversaciones con tus compañeros acerca de nada, y en general adopta medidas por el estilo (si hiciste la mili obligatoria sabrás de que va el tema.) A su vez se lo más autodestructivo que puedas, si no tienes experiencia sobre el tema son aconsejables biografías sobre genios como Jim Morrison, Jimmy Hendix, Janis Joplin y otros muchos, tú eliges maestros y guías. Pero no caigas en la simplicidad, no me refiero a ir al Viaducto de la calle Bailén y saltar la mampara antisuicidas para darle un beso de tornillo al pavimento de la carretera, eso no resulta del todo práctico para nuestra lucha, aunque nadie se atrevería a poner en duda tan loable acto. Si de verdad quieres dar por el culo a todos esos individuos de dudosa moral que pretenden hacernos creer que miran por nuestra salud, suicídate poco a poco, disfruta con el acto cotidiano del sacrificio, fuma amplias y sinceras bocanadas de esa mixtura genial que forman el monóxido de carbono, la nicotina, el alquitrán, la inconfundible acrinolina, el ácido hidrociánico, el óxido nítrico, el dióxido de nitrógeno, los cresoles y los anafenoles, entre otras sustancias. Sal por la noche y olvídate de todas esas marcas de destilados rimbombantes, date al alcohol de garrafón con denuedo, pues es un arma que el gobierno sin saberlo pone en nuestras manos, ya que está amparado por él en su política de hacer la vista gorda en este tema. Ingiere pastillas de colores compradas a camellos de baja estofa y de dudosa procedencia, puesto que esa es otra arma que el gobierno pone en nuestras manos, ya que el día que se decidan a legalizar estas sustancias y sepamos lo que tomamos sin miedo, habremos dado un paso atrás en esta particular lucha por la erradicación de la plaga. Utiliza la imaginación, esto es algo que debemos llevar a cabo entre todos, no es fácil, se trata de un proceso muy duro y constante. Es importantísimo espicharla poco a poco y disfrutando en el intento. Son recomendables, a parte de las medidas ya citadas, otras como la de esterilizar a tus hijos (no dejes tus restos cabrones, no dejes toda tu putrefacción procesada a tu imagen y semejanza), follarte sin condón a las rameras de la Casa de Campo, de Gran Vía o de la calle Montera, para después contagiárselo todo a las hijas de los gerifaltes como banqueros, ministros, presidentes de clubes de fútbol fascistas, directores generales, presidentes del gobierno, constructores, y especuladores hijos de la gran chingada en general.



Se un suicida, es duro, no estoy proponiendo un camino de rosas, puesto que hay que ser muy desprendido, a la par que tenaz para atravesar esta senda de espinas con forma de resacas interminables, irritantes dolores de cabeza, despidos sumarísimos, desubicación social, etcétera, etcétera. Pon día a día, en la medida de tus posibilidades ese granito de arena que tanto aporta, pues todos juntos llegaremos a formar la montaña que sirva para enterrarnos, eso sí, mucho después que a ellos, a esos detestables guiadores de nuestros pasos que osan considerarnos nulos y desprovistos de madurez para seguir un camino elegido por nosotros mismos. No se trata de convertirnos en héroes, pero sí de luchar a sabiendas de que somos los seres más desafortunados de este planeta, porque sufrimos y además somos conscientes de este sufrimiento. La única salida es la huida, y esta tiene que ser frontal, hacia delante, justo lo contrario que ellos esperan.






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