Desvarío-o-Luz
Se lavaba en el retrete de un enano sifilítico una madrugada de un sábado de luna llena en la montañosa comarca del Bierzo mientras dos cucarachas malévolas se sonreían y tramaban como llevarse la cubertería de plata para poder venderla en el rastro al día siguiente y de esta forma tener un poco de dinero para comprarle heroína a la camello rubia que vive en el bajo G de la calle Barco número 33. Verta lloraba y lloraba no contenta por la mala racha que pasaba a la cual día tras día se le sumaba el tener que fornicar con tanto tipo avieso del Madrid centro pasados y de caballo puestos material adquirido de la rubia bruja mujer según rumores del negro de la cara por la viruela picada. Pensaba él (de espaldas a la masa) y no le faltaba razón que la herencia de clases nos ha legado polimórficas personalidades de propiedades indeterminadas que provocan absurdas sobrecargas en nuestros operadores dando paso y sostén indefinido tanto a binarios como unitarios espasmos de locura a penas calmadas por las pastillas doradas de conversiones definidas. Los interfaces se encontraban abollados y por más que se le diera vueltas a la testa nada se podía hacer ya con ellos mas que añadirles código muerto de marea negra de testículos de Jehová en días de dolor y radiografía de miseria incentivada por el ejercicio numerario 5 del cual no se sabía más que una solución ciertamente inconexa ofrecida por tipos de clases heredadas que convidaban a un servicio sito en el bajo G de la calle Barco número 33. Que penurias y miserias atravesamos hasta que nos dimos cuenta que de la afrenta que para nos significaba morir en vida y condenados por no pertenecer a esas llamadas clases heredadas y ser de origen de código muerto y Bierzos números 33 utopicoteados y embembibrados arrollados por la viruela picada de dinero avieso y bruja mujer negra empercebada de espasmos polimórficos embadurnados de Madrid en solución abollada de sobrecargas heroinificadas. Cuan absurdo resultaría morir si algo nos quedara siendo todo más ameno es diciendo en alta voz salamándricas palabras sin sentido propias de quienes nos ha tocado ser que no es más que lo que es siendo en tal caso constructores sin herencia de clases a cuyos nombres renunciamos y enfurecidos a las armas nos hicimos ante quienes por la fuerza nos quisieron imponer destructores y de basura recolectores para hacernos perecer en la vergüenza de quienes retornan vacíos.
por Losán MarMar, en una fecha incierta del 2003
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